Forma parte de una colección de seis lienzos sobre la vida de la Virgen, todos atribuidos a Palomino y fechados a comienzos del siglo XVIII. La obra recoge la visita de la Virgen María a su parienta Santa Isabel para ayudarle, pues había concebido en su vejez a San Juan Bautista. Como en toda la serie, el pintor empleó un esquema triangular que arranca desde un rompimiento de Gloria en el extremo superior y abraza a María e Isabel, que con su abrazo reconoce a María como Madre del Señor. En el centro del triángulo está el Verbo Encarnado, recordando que en el centro de la Trinidad late un corazón humano.
“María […] entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Isabel, llena de Espíritu Santo, […] exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”. Lc 1, 39-45