Coronando el templete desde mediados del siglo XIX, se halla un valioso y antiguo crucificado. Fechable a comienzos del siglo XVI, se trata de una imagen con reminiscencias góticas que posiblemente ha sido reformada para adaptarla a nuevos gustos estéticos. La obra, tras su restauración, ha estado expuesta durante un tiempo en el presbiterio, antes de volver a su lugar original, la cúspide del retablo.