Entre las vidrieras que ornamentan el templo se encuentra la del mártir San Acisclo. Acisclo, patrono de Córdoba, aparece ataviado con ropajes historicistas que recrean los del siglo III, en que vivió. Fue decapitado tras padecer numerosos tormentos, portando la espada de su ajusticiamiento y la cruenta herida al cuello. Su mano izquierda sostiene la palma del martirio, que alude a su muerte por la fe en Cristo. Realizada por Antonio Mesa.