Corona el tambor de la cúpula, entre otras, esta vidriera que muestra el martirio del sacerdote San Rodrigo. El santo aparece arrodillado momentos antes de ser decapitado, dirigiendo implorante su mirada al cielo. Su verdugo dispone la espada al cuello, presentándose una esquemática vista de la ciudad tras ambos y rompiendo desde el cielo un rayo de la Gloria, del que desciende un ángel con la palma martirial y corona victoriosa.