Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Jn 19, 16-18.
Jesús fue condenado a muerte de cruz junto con dos malhechores, Dimas y Gestas. Era frecuente que los reos hicieran el camino hacia el suplicio cargando con el madero al que luego les clavarían las manos los verdugos. Ese madero, que era el travesaño de la cruz, se denomina patibulum y se ensartaba o amarraba al palo vertical, llamado stipes, que usualmente se encontraba en el lugar de ejecución. Los reos hacían el camino atados uno a otro, el pie de uno a la mano del compañero, en una dolorosa procesión, que servía de escarnio para los condenados, de ejemplo para los habitantes del lugar y de advertencia para los de fuera.
El Hombre de la Sábana Santa presenta fuertes excoriaciones en las rodillas, especialmente en la izquierda, fruto sin duda de las caídas durante el camino al suplicio. En esa zona de la tela, lo mismo que en la de las plantas de los pies se han analizado restos de tierra con alto contenido en aragonito, una forma cristalina de carbonato cálcico frecuente en la tierra de Jerusalén. En la frente se observa un chichón, fruto, probablemente del choque de la cabeza con las piedras del camino en alguna de las caídas.
Igualmente, se aprecia muy destrozada la parte correspondiente a las escápulas, a causa del roce sobre la piel, ya abierta por los latigazos, de un objeto pesado, compatible con el travesaño de la cruz. El tipo de excoriaciones que se observan ha hecho pensar a Michael Hesemann que el leño del patibulum sería prismático, de sección cuadrada.